Cubiertas verdes: una solución eficiente frente al efecto isla de calor

Más allá de lo estético, este tipo de cubiertas tienen una serie de propiedades que, en un contexto como el actual, en el que las olas de calor son cada vez más potentes y recurrentes debido al cambio climático, las convierten en un recurso idóneo para renaturalizar nuestras ciudades, fomentar la biodiversidad urbana, mejorar la eficiencia energética de los edificios y disminuir el efecto isla de calor.


Lo primero es entender qué es una cubierta verde. En esencia, se trata de una superficie vegetal instalada sobre el techo de un edificio, diseñada para albergar vegetación y, en muchos casos, equipada con sistemas de drenaje, impermeabilización y retención de agua. Su instalación en nuestras azoteas no solo aporta valor ecológico y estético, sino que también ayuda a prevenir y mitigar los daños provocados por lluvias intensas, actuando como una barrera natural frente a las precipitaciones torrenciales.

Frente al cambio climático, convertir las azoteas en espacios vegetales es una medida eficaz con beneficios tangibles

En esta ocasión, queremos centrarnos en uno de los beneficios más relevantes de las cubiertas vegetales: su capacidad para reducir el efecto isla de calor, aquel que se produce cuando las zonas urbanas presentan temperaturas sensiblemente más altas que las zonas circundantes. Esto se debe en gran medida a la abundancia de superficies impermeables y oscuras (asfalto, hormigón, etc.), que absorben y retienen el calor.

Los centros urbanos, las zonas más afectadas
Mapa del impacto de las islas de calor en Madrid Ayuntamiento de Madrid – UAM. Dep. Geografía

El vetusto parque inmobiliario español adolece en la gran mayoría de casos de un aislamiento adecuado, lo que se traduce en una baja eficiencia energética, con el elevado gasto en climatización –tanto en invierno como en verano- que esto supone. Más del 80 % de los edificios fueron construidos antes de que existieran normativas de eficiencia, y muchos no han sido rehabilitados desde entonces. Esto provoca viviendas frías en invierno y calurosas en verano, con facturas energéticas altas y condiciones de confort deficientes, especialmente entre la población vulnerable.

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Scroll to Top